miércoles, 4 de enero de 2012

Capítulo 3 : ¿Qué más de sí podía dar mi mente?

Mi vida en aquella semana cambió, cambió de forma radical y sin vuelta atrás. Christy y yo volvimos a vernos pero no volvimos a hablar, he incluso nos presentó a Alex, pero ya no era lo mismo, yo sabía cosas de Alex, cosas de las que había mentido a mi prima.
Todo se volvió, raro. A partir de esa tarde, cuando Leo me miró a los ojos, y me dijo exactamente de donde venían y por qué.
Todo pasó tan rápido…



-No somos vampiros, ni hombres lobos, ni duendes. Vamos más allá que todo eso…

-¿Y qué sois?-Pregunté de nuevo esperando una respuesta que no me disgustase.

Leo exhaló un gran suspiro y luego me miró con sus enormes ojos verdes.

-Flynn y yo, venimos de un lugar donde los humanos no han puesto nunca píe.-Hizo una pausa y su expresión cambió.-Es un lugar, bastante oscuro, solo sobreviven los más fuertes , es como, una tierra paralela , está allí, en el cielo…Vulgarmente llamados ángeles…Pero no somos nada de eso. Sé que no crees nada de esto. Pero estamos aquí por una misión, y tu nos tienes que ayudar, en fin, no sabíamos como llamar tu atención y Flynn que es un poco ‘’ingenioso’’ se leyó un par de libros de amor eterno y concretó un plan para que nunca te fueras de su lado…Al final nos acabamos arrepintiendo y te hicimos creer… que no nos interesabas.

No daba crédito a lo que estaba oyendo…

-¿Y Alex? ¿Qué es Alex?

-Alex no viene de arriba… Alex viene del inframundo, no es un muerto… pero se ganaba la vida allí…Es una historia muy larga, pero Alex, Alex no es bueno, ¿sabes? Es un mentiroso, una sombra, como lo llamamos nosotros, no viene de arriba, viene de abajo, donde está lo más malicioso del mundo…

-¿Estas historias te las bajas de Internet?-Dije.

-No esperaba que me creyeras.

Leo se acercó a su moto y se montón. Le dio gas y me miró.

-Nina, ahora no me crees, pero…necesitamos tu ayuda.

Le miré por última vez antes de que desapareciese en las tinieblas.

Aquella noche pude dormir y soñé algo extraño.

Caminaba por el bosque de camino a la Laguna y sentí que debía avisar a Leo de algo, corría y corría pero no me movía del sitio, hasta que al final una enorme sombra me cubrió por completo…y desaparecí.


Salté en mi cama sobresaltada, ya nada sería igual, estaba en un punto de mi vida en el que me hubiese creído cualquier patraña que me hubiese contado un mendigo, mi padre había muerto, no me hablaba con mi prima, mi hermano tenía problemas, mi madre necesitaba pastillas contra el estrés. ¿Qué más de sí podía dar mi mente?

Esa mañana me levanté temprano y me calenté un vaso de leche en el microondas, mi hermano bajó por las escaleras y me miró.

-¿Cómo se llama tu novio?-Dijo con los ojos muy abiertos.

-¿Quién te ha dicho que tengo novio?

Mi hermano se hizo el loco, le cogí de los dos hombros y me agaché para mirarle a la cara, aunque quedaba más baja que él.

-Habla.

-Mamá me lo ha dicho, me ha dicho que las chicas solo saben pensar en eso.

-Mamá no sabe lo que se toma…

-¿¡Qué!?

-Nada cielo.

Me tomé el vaso de leche ojeando una revista de moda. Que delgadas estaban esas chicas, quizás debería estar yo igual, para gustarle alguna vez… a alguien.
Cerré la revista, me estaba deprimiendo a pesar de que nunca había subido de la talla 38. Mi hermano me miraba con los ojos muy abiertos, devorando una galleta de chocolate, tenía doce años, pero parecía unos años más pequeño. Supongo que era por lo de mi padre.

Mi madre bajó las escaleras enseguida, la cogí del brazo y me la llevé al salón.

-¿Qué le has dicho a Cody?-Pregunté en voz baja.

-Una madre lo nota todo cariño…

-¿A qué te refieres?

-Ahora te arreglas más, sales más, hasta compras revistas de moda, en esta casa nunca habían entrado revistas de moda.

Enrojecí.

-¿Has conocido a alguien?-Me preguntó.

-¡No es tu asunto!-Dije enfadada y subí las escaleras.


Me senté en una silla junto a la ventana, entonces vi llegar aquella Yamaha negra, Flynn. ¿Qué haría aquí?

-¡Baja!-Me gritó.

Lo que faltaba mi madre se creería que Flynn era mi novio, menudo macarra.

-¿Qué pasa valiente?-Gritó Flynn desde abajo con una sonrisilla.

Tenía una sonrisa preciosa, los ojos celestes, los brazos fuertes apretando el manillar, el pelo corto y negro, la tez morena, un par de gafas de aviador colgando del cuello de su camiseta.

-Ahora voy…-Susurré.

Me puse una sudadera y me recogí el pelo.

-¡Ahora vengo!-Le grité a mi madre.

Salí y rodeé la casa , hasta llegar bajo mi ventana.

-¿Qué haces aquí?-Dije seria.

-¿Nos vas a ayudar?

-Creo que sí…

-Sube.

Subí a la moto y me olvidé de todo.

martes, 3 de enero de 2012

Capítulo 2 : Flynn , Leo... y Alex.

Pasé el resto del fin de semana pensando, y pensando, creaba conclusiones en mi mente, habría visto a esos chicos en el pueblo y en fin, soñé con ellos.
Pero algo me decía que estaba equivocada, pues, si hubiera visto a esos chicos, nunca los habría olvidado, sus miradas, su fuerza, su pelo , su ropa, no había conocido nunca a nadie igual.
No logré conciliar el sueño, me sentaba a mirar por la ventana por las noches y de día parecía un zombie. Hasta que todo pareció dar un giro radical, una bonita tarde de Martes.

-¡Prima Christy!-Grité al ver a la alta chica pelirroja entrar en casa.

Cody y yo la abrazamos.
Christy era, en ese momento, mi mayor inspiración, vivíamos casi al lado, pero ella iba a la universidad y no nos veíamos mucho.

-¡Hola!-Dijo Christy y nos abrazó, a continuación abrazó a mi madre.

-¿Cómo te va Christy?-Dijo mi madre.

-¡Genial! Estoy de vacaciones y pasaré un tiempo por aquí.

Mi madre había echo un bizcocho y nos lo tomamos con mi prima viendo la tele, después, como siempre, Christy y yo subimos a mi habitación a hablar.

-Bueno, ¿Qué me tenías que decir?

-Me ha pasado una cosa súper rara…

Le conté a Christy todo lo que había pasado desde aquel día lloviendo.

Christy no parecía sorprendida pero tampoco parecía bromear con el tema.

-Creo que conozco a esos chicos…

La miré seria y trague saliva.

-¿Qué?-Dije.

-Bueno te dije por teléfono hace unos días que estaba conociendo a un chico que se llamaba Alex y que era de por aquí… Pues Alex tiene dos hermanos Leo Y Flynn, vi una foto de ellos y coincidía la descripción que me has dado…Pero eso no es todo…

-¿Qué? No me lo puedo creer… ¿Qué más debo saber?

-No son…gente…normal. –Soltó una carcajada- No voy a contarte la típica historia de cuento de hadas… pero no debes volver a verlos…

-Y Alex, ¿qué pasa con él? ¿Tu puedes relacionarte con esa familia y yo no?- Empecé a ponerme a la defensiva, me sentí extraña, sentía algo nuevo y muy poderoso.

Christy me miró.

-Están jugando contigo Nina, quieren esto, quieren que te enamores, todo lo que viste fue un montaje, todo estaba preparado para ti…

-¡Alex es de su sangre!-Grité.

-Alex se fue de casa a temprana edad…

Enfurecí muchísimo, Christy tenía la mirada fija en el suelo. Entonces me calmé.

-Lo siento.-Dije.-No sé por qué me pongo así.

-No es tu culpa, solo son esos… perros.

-¿Perros?

Christy recibió una llamada al móvil y se tuvo que ir, me quedé intrigada, queriendo saber más, y culpable por haberle hablado así a una de las personas a las que más quiero en el mundo.
No entendía nada, me planteé ir a la Laguna, lo pensé a fondo, y aquella tarde, puse rumbo a la Laguna con unas botas de agua y un abrigo. No le dije a mi madre a donde iba, pero claramente tenía que solucionar aquello. Era una sensación rara. Sentía que debía echarles mil cosas en cara a esos chicos, pero, en realidad no me habían echo nada, solo me había encontrado con ellos, necesitaba saber el por qué de aquella noche, por qué esa fuerza, por qué esa pelea, por qué bajo mi ventana.
Seguí andando por esa carretera de barro, me estaba acercando al bosque y vi aquella casa, en la que me resguardé del frío aquella noche, la puerta estaba abierta y… Christy.
Estaba riéndose con un chico alto de pelo rizado rubio y ojos claros, era un chico guapo, supuse que era Alex.
Me escondí detrás de un matorral, sin hacer ruido, Alex apartó la mirada de Christy y miró al matorral, me puse muy nerviosa y me escondí, Alex frunció el ceño y cogió de la muñeca a Christy entraron en la casa y cerró la puerta de un portazo.
Cada minuto que pasaba estaba más nerviosa, más cerca de la Laguna, más cerca de saber todo lo que quería saber.
Llegué allí, después de mucho andar.
Me senté en la hierba y enseguida oí el rugir de las motos de los chicos, mi corazón iba a mil por hora, sentí el miedo en mi piel, el bello de la nuca se me erizaba.
Aparecieron Flynn y detrás Leo, no estaban sorprendidos de mi presencia.

Me levanté y me puse frente a Flynn, Leo miraba al suelo.

-¿Quiénes sois?-Dije valiente y con la voz seria.

Leo miró a Flynn, aparcó la moto y se acercó a mí, era bajito, solo me sacaba un par de dedos.

Se puso frente a mí. Flynn observaba cauteloso desde su Yamaha negra.

-Oye chica, sabes que no puedes venir por aquí.-Dijo Leo con su dulce vocecilla de niño.

-Quiero saber quienes sois... Conozco a Alex, lo sé, lo sé todo.

No era verdad, no lo sabía todo pero era una táctica.

Flynn se apretó mucho los dientes y el manillar de la moto.
Leo se giró contra él.

-¡No, Flynn! Basta…yo me ocuparé, vuelve a casa…

-No vuelvas tarde.-Sentenció Flynn y desapareció entre la niebla.

-Bueno… ¿y que sabes?-Dijo Leo.

A simple vista parecía un chico muy inseguro, no tenía nada que ver con ese Leo de roca que vi. aquella noche.

-Sé… sé que queréis algo de mí.

-Sí te lo ha dicho Alex… Escucha yo...

-¡Dime que queréis por dios! Desde esa noche nada fue igual… Te vi saltando por los aires…

Leo tragó saliva.

-Escucha Nina.-Pronunció mi nombre con toda claridad.- Yo… Yo y mi hermano, no somos una buena amistad, no somos personas de buen trato, Flynn solo quería jugar contigo… Supongo que Alex tenía razón...por una vez…

Se me helaron las venas.

-¿Qué sois?-Solté al fin.

-No somos como tú.

-¡Eso ya lo sé! ¿Sois vampiros, hombres lobos, duendes? ¿Qué sois? Parecéis sacados de una película de terror, esta situación no me gusta, ¡el odio!

Le perdí el miedo a Leo. Me sentí fuerte.
Leo cerró los ojos, al abrirlos me vi reflejada en esos bonitos ojos verdes.

-No somos vampiros, ni hombres lobos, ni duendes. Vamos más allá que todo eso…

domingo, 1 de enero de 2012

Capítulo I : La Laguna de Green Waterfall


Green Waterfall, Inglaterra.

Estruendosa tormenta. El suelo lleno de barro, los árboles empapados combatiendo contra el viento. Mis botas encharcadas colisionando contra el suelo fuertemente.
Corriendo llegué hasta aquella casa, a dos kilómetros del pueblo. Y me quedé bajó el porche, esperando a que escampase.
Alcé mi muñeca y la puse frente mis ojos pudiendo ver así el reloj, eran las diez y media, debería de estar ya en casa, por suerte mi madre esa noche trabajaba y en casa solo estaba mi hermano Cody, de doce años, que ya estaría dormido.
Suspiré y tirité, hacía mucho frío y solo llevaba un jersey de lana y un gorrito.
Sentí como se me congelaban los dedos de los pies y de las manos, me dolía la cabeza, invierno en Inglaterra, lloviendo, a cualquiera le podía pasar cualquier desgracia.
Suspiré, vapor de agua salía por mi boca. Ya no sabía que hacer, aporreé la puerta de la casa, bajo el porche de la cual me había resguardado de la tormenta invernal.
Una luz se encendió en el interior de la casa, saliendo un resplandor de la ventana que estaba junto a la puerta, miré por ella, había unas cortinas blancas que solo dejaban un espacio para mirar. Miré en el interior de la casa y no vi a nadie, solo unas escaleras, un espejo, una mesita y dos puertas cerradas.
Aporreé la puerta nuevamente y opté por gritar.

-¡Por favor ábrame!

No obtuve respuesta, la luz que se había encendido se apagó y dejó de llover en seco.
Salí corriendo de allí y seguí el camino que llevaba al pueblo.
Corrí torpemente por el barro, durante unos minutos y al fin llegué.
Cansada fui a mi casa y abrí la puerta con la llave.
Cody estaba esperando en el sofá con una manta y llorando.

-Creí que te había pasado algo, Nina.

Se abrazó a mí y se secó las lágrimas con mi jersey. Le cogí de la mano y subimos las escaleras juntos, fuimos a nuestra habitación y lo acosté en la cama, lo tapé bien hasta el cuello y le besé la frente.
Con cuidado bajé de las escaleras, la puerta de la entrada, comenzó a abrirse ligeramente, se me encogió el corazón, mi madre apareció empapada y con bolsas en las manos.

-¡Ayúdame!-Dijo con su dulce voz maternal.

Corrí hacia ella cogí las bolsas y cerré la puerta, las llevé hacia la cocina.

-¿Y tu hermano?-Dijo mi madre.

-En la cama.

-¿Por qué estas llena de barro?

-He venido corriendo, fui a pasear por la tarde y se hizo de noche y comenzó a llover.

Mi madre se quedó en silencio ordenando algunos botes de comida que había traído del súper en el que trabajaba.
Yo subí a la habitación y cogí mi pijama, me fui al cuarto de baño, me duché con agua caliente y me lo puse, dejé la ropa en el cesto para lavar y me acosté, estaba agotada, estaba siendo la peor Navidad de toda mi vida.

Mi padre había muerto hacía seis meses, mi hermano estaba teniendo muchos problemas de conducta, mi madre se mataba trabajando y yo no tenía tiempo para mí. Solo estudiaba y cuidaba de mi hermano. Hacía semanas que no encendía el televisor.

Aquella noche me estaba costando conciliar el sueño. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, además del constante sonido de la lluvia golpeando el cristal de la ventana.
¡Suspiré y me levanté, arrastré un sillón hasta la ventana y me senté allí a ver la calle oscura y vacía. Cody parecía haberse dormido profundamente.
Todo estaba en calma, solo se podía escuchar la lluvia, se me cerraron los ojos lentamente, me estaba quedando dormida, ese sillón me comenzó a parecer muy cómodo, entonces oí a dos hombres discutiendo, me asusté y me asomé a la ventana, eran dos chicos bastante fuertes, uno tenía al otro cogido del cuello y el otro le daba patadas, era tal la brutalidad de la paliza. Me asusté de verdad, pensé en llamar a la policía, pero realmente pensé que esos chicos no corrían peligro alguno, eran fortísimos, y no parecía que tuviesen ni una herida. Uno de ellos, el más grande, era muy moreno, con el pelo negro rapado, y los ojos celestes, era muy musculoso, llevaba una camiseta negra de manga corta, unos vaqueros y unas zapatillas. Tenía cogido del cuello al otro chico, también era musculoso pero mucho menos, tenía el pelo semi-largo rubio, los ojos verdes grandes, se estaba defendiendo como podía. Llevaba una camisa de manga corta blanca abierta y debajo una camiseta, llevaba unos pantalones negros y unos zapatos elegantes.
Al fin se separaron y pude oír sus gritos.

-¿Esto es lo que quieres?-Gritó el moreno al rubio, que estaba sentado en el suelo.

-Para ya Flynn, somos hermanos, solo cometí un error, solo uno.

Flynn era el chico moreno al parecer.

-Un error que casi nos delata.-Dijo Flynn, parecía un tema serio.

-Basta de tonterías.-Un hombre vestido con una capa negra apareció de repente en el lugar, caminando por la calle.

Tenía el pelo negro un poco largo muy repeinado y los ojos azules, estaba entrado en años, era muy musculoso como los otros dos chicos.

-Leo y Flynn, he venido alertado. Temí que el hermano mayor acabase con el pequeño, sucediendo una tragedia.

Leo, el chico rubio, miró a Flynn y cerró los ojos fuertemente.

-Leo casi nos delata, padre.

Leo se contuvo las ganas de hablar. Casi iba a explotar.
El hombre de la capa se acercó a Leo y se arrodilló junto a él, acercó su cara hacia la del chico, separándolos unos milímetros de distancia.

-¿Qué….has… echo? ¡Sucio bastardo!-Dijo el hombre de la capa y le dio una bofetada que lo tumbó al suelo.

Leo se tiró encima del hombre de la capa.
Entonces me dí cuenta de que era sueño, pues Leo salió por los aires a metros de allí. Flynn se fue con el hombre de la capa y Leo se levantó sin un rasguño y se fue por otro camino. Me acosté en mi cama y me reí de la imaginación que tenía, para escribir un libro, vamos.

Me desperté y bostecé, tenía los ojos húmedos, había dormido mucho, Cody estaba durmiendo todavía y mi madre estaba preparando el desayuno. Bajé las escaleras y fui a la cocina.

-Buenos días Nina.-Dijo mi madre.

-Buenos días mamá.-Le dí un beso en la mejilla y me senté junto a la mesita donde desayunábamos. Mi madre puso un plato en la mesa, trajo otro plato grande y me sirvió tortitas, a continuación cogió un bote de sirope de fresa, una taza de leche y un tenedor.

Engullí las tortitas como si no hubiera mañana. Sabían genial. La leche estaba caliente con un toque de espuma que se quedaba en los labios en forma de bigote.
Cody no tardó en levantarse, se sentó a la mesa y mi madre le sirvió tortitas y leche al igual que a mí.

-Mamá, ¿hoy no vas a trabajar?-Pregunté.

Mi madre le revolvió el pelo a mi hermano y sonrió.

-No, cariño. Ya no voy a trabajar más, todos los meses me van a dar un dinero por papá, el trabajó muchísimo para que cuando el no estuviese pudiésemos vivir como reyes.

A mi madre se le llenaron los ojos de lágrimas y Cody la abrazó, yo dejé mi desayuno y corrí a abrazarla también.
Los tres sonreímos, al fín mi madre podría cuidar de nosotros y estar en casa todo el día.

-¿Queréis ir a la Laguna? Podríamos llevar sándwiches.-Dijo mi madre mirando en la nevera.

-Por mí bien.-Dije tranquila sentándome en mi sitio de la mesa.

Me terminé el desayuno con un buen sabor de boca, enseguida preparamos una mochila con sándwiches y botellas de agua.
Cody saltaba por todos lados, no lo veía tan contento desde que papá murió.
Cogimos el viejo coche y pusimos rumbo a La Laguna, era un lugar místico, donde las personas que vivían en el pueblo sentían gran superstición, se decía que de la helada agua emanaba una figura inmortal de cuya belleza nadie podría escapar, fuese mujer o hombre, aunque aseguraban que no se trataba de ninguno de estos, era una criatura sin género. Yo nunca había creído en nada de eso, pero he de decir que me asustaba los ritos que hacían mis vecinos el primer viernes de cada mes, encendían hogueras para ahuyentar a la criatura, nunca me quedó muy claro si se trataba de una criatura buena o mala.

Al fín llegamos a La Laguna, una extensa capa de niebla la cubría, nos sentamos en la hierba, cuyo color verde era realmente increíble. Sacamos de la mochila los sándwiches y los comimos. Estaban ricos.

-Dios, de verdad, están muy buenos, ¿es queso?

-Queso y atún.

-Curiosa y maravillosa mezcla.-Dijo Cody mientras devoraba uno detrás de otro los sándwiches.

Oímos unos disparos, nos alertamos, serían cazadores, pero por allí no había caza, osea había zorros y lobos, pero ¿para qué cazarlos?

Los levantamos, recogimos todo, y caminamos hacia el coche si hacer ruido. En ese preciso momento de la espesa niebla aparecieron dos enormes motos, con dos enormes tipos montados en ellas. Me sonaban sus caras, era extraño.

El tipo más moreno y grande aparcó la moto cerca de nosotros. Tenía unos preciosos ojos celestes, rostro duro, cejas largas y poco gruesas. Tenía el pelo muy corto negro e iba con una camiseta corta a pesar del frío.

-Hola, ¿no saben que esto es un recinto particular de mi padre? , no pueden venir aquí.-Dijo el chico.

-No teníamos ni idea, hemos escuchado unos disparos y…

-Es nuestro padre, enloquece cuando entra alguien…-Dijo el chico que estaba detrás del moreno, era más pequeño y paliducho. Tenia el pelo larguito rubio oscuro y los ojos enormes verdes, también llevaba una camiseta corta. Su voz era dulce y tranquila.

-Ya nos vamos.

Subimos al coche. Mi madre arrancó y nos fuimos a toda pastilla.
Entonces miré de nuevo atrás, los chicos nos estaban mirando montados en sus motos, el moreno sonrió y ladeo la cabeza.
Se me encogió el corazón, un sudor frío recorrió mi espalda.
Flynn… pero, ¿había sido un sueño?